Lo levantan en hombros y lo cargan;
lo ponen en su lugar, y allí se queda.
No se puede mover de su sitio.
Por más que clamen a él, no habrá de responderles,
ni podrá salvarlos de sus aflicciones.
Recuerden las cosas pasadas, aquellas de antaño;
yo soy Dios, y no hay ningún otro,
yo soy Dios, y no hay nadie igual a mí.
Isaías 46:7-9