“¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y fuera de ti nada deseo en la tierra.”
(Salmos 73:25)
Somos tentados diariamente a olvidar este texto, nuestras mentes están día a día tentadas a decaer en la amnesia de esta verdad, nuestros corazones malos y engañosos tratan de esconder esta verdad tras los bastidores de nuestra autosuficiencia, nos engañan nuestros pensamientos al decirnos: “Todo lo tienes bajo control”, “Tu vida está bien timoneada por ti”, “Bien! cuanto haz logrado, sigue así, sigue así”, “Busca la salida, encuentra el camino para salir de este problema”, “Muchas veces lo haz logrado en tus fuerzas, hazlo nuevamente”.
Somos motivados por mensajes de autoestima de autorrealización que socavan la obra de nuestro Dios, somos tentados diariamente por cientos de miles de mensajes que llegan a nuestro ser, diciéndonos: “TU PUEDES”, “Logra tus sueños, cumple tus deseos”, “esfuérzate por salir victorioso”.
Cuando desde las Sagradas Escrituras se nos dice que esto no debe ser así, que debemos correr al Señor, correr a la cruz, correr a Cristo, para ser levantados. (Prov. 18:10); se nos dice que Él es nuestro ayudador, que Él es nuestro socorro, nuestro pronto auxilio, pero NO.
Muchas veces esa es nuestra respuesta, un GRAN NO al amor de Dios, un GRAN NO a su protección, a su cuidado, pensamos que nos valemos por nosotros mismos para hacer todo cuanto queramos, y nos queremos olvidar de que el mayor ejemplo que Cristo nos dio fue el de la obediencia y dependencia de Dios.
Somos humanos! seres creados para depender totalmente de Dios, ¿En qué momento Adán construyó una casa para refugiarse?¿No fue acaso cuando decidió ser independiente? ¡Cuando le dijo NO a la voluntad de Dios! Antes no tenían necesidad de nada porque Dios cubría todas sus necesidades.
Estamos tan expuestos a un mundo que nos predica día a día la autosuficiencia, hombres que ya no quieren el refugio de Dios, hombres que ya no refugian a su familia, mujeres que no quieren el refugio de sus esposos… y la lista continúa. Más nosotros no debemos ser así.
Miremos a la cruz, vayamos a mirar al Calvario y lo que allí sucedió. O acaso olvidamos que Cristo murió por nuestros pecados? o acaso no recordamos en nuestra amnesia que Cristo murió porque escogimos ser independientes de Dios? Cada látigo y cada herida fue por tu rebelión y mi rebelión a su voluntad divina. La Ira Justa y Santa de Dios fue derramada en Cristo, la furia de Dios por el pecado de nuestra independencia fue sobre él, Isaías 53:5b nos dice: “El castigo de NUESTRA PAZ fue SOBRE EL.”
¿Puedes dilucidar tu libertad en esa cruz?¿Puedes acaso vislumbrar el hecho de que tus cadenas rotas están bajo esa cruz? ¡ERES LIBRE!
¡Eres libre del pecado y eres LIBRE DE Ti MISMO! ¡Libre de tu independencia! Ahora tienes la libertad de poder depender de Dios, el hombre natural y caído no puede depender de Dios.
¡Tenemos la posibilidad divina dada por Gracia de hacer lo que el mundo no puede hacer! ¡DEPENDER DE DIOS! Ellos no entienden y no quieren y no pueden hacerlo (Ro 8:7-8).
Mas tú y yo, tenemos la grandiosa y maravillosa posibilidad de depender, de aferrarnos a Dios, la posibilidad de imitar a Cristo, de ser como él. Esa es nuestra presente y eterna libertad.
Ahora, que eres libre de tu independencia, ¿Qué escogerás? Cuando venga la próxima o presente aflicción, ¿Adónde miraras por ayuda?. Cuando te enfrentes a las deudas, ¿Correrás a tus prestamistas, o mirarás al dueño del oro y de la plata que además es tu padre? ¡Oh qué necio es el hombre que siendo libre de si mismo no corre a Cristo!¡Qué necio el hombre que no poseyendo más sus pies encadenados no los usa para correr a la cruz!
Pero tú y yo que tenemos oídos para oír y ojos para ver, OIGAMOS lo que Dios dice, y VEAMOS lo que Dios nos muestra:
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.”
(Mateo 11:28)
“Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra, porque yo soy Dios, y no hay más”
(Isaías 45:22)
“El que a mi viene, yo no le echo fuera”
(Juan 6:37)
“Torre fuerte es el nombre de Jehová;
A él correrá el justo, y será levantado.
(Proverbios 18:10)
“Alzaré mis ojos a los montes; ¿De dónde vendrá mi socorro?
Mi socorro viene de Jehová, Que hizo los cielos y la tierra.”
(Salmos 121:1-2)
¿Rechazamos la invitación?
Que la Gracia tan insondable de Dios nos asista en nuestra debilidad para escoger depender de Él diariamente.
Amen.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡ BENDICIONES ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡
